Empiezo este blog con una despedida y un agradecimiento a Claudio Naranjo. Gracias Claudio.

Justo ahora puedo empezar a acercarme al hecho de que ya no estás, te has muerto. Se agolpan los recuerdos y las emociones. El gracias se transforma en mantra y a veces en un hallelujah coheniano. La cosa va de amores. Creo que tardaré bastante tiempo en captar tu impacto en mi vida. Lo obvio es el tiempo pasado junto a ti, las puertas que me abriste a todos los niveles, el cariño atesorado, nuestras diferencias,… Leyendo los cientos de comentarios en tu funeral en Facebook me doy cuenta de que soy uno más de los que ayudaste a avanzar en el camino de estar Vivo. Y que a cada uno lo hiciste utilizando uno de tus disfraces. Me parece obligatorio celebrar poder haber compartido mesa y sala de trabajo con semejante bestia humana. Feroz a veces, amoroso otras, inspirador siempre. Hablar contigo era como entrar en una casa victoriana con decenas de habitaciones. Inabarcable. Fascinante. Nutritivo. Alentador. ¡Qué forma de vivir la Vida! El penúltimo regalo que me hiciste fue nuestra reconciliación poco antes de morir. Perdonarme, perdonarte, perdonarnos y celebrarnos. Se me hizo corto lo nuestro Claudio. Ya sé que eso no era lo importante pero yo echaré de menos tu presencia, tu piel, tu voz y tus manos.

Mil amorosas Gracias Claudio.